Sexo Sentido
En este momento me encuentro cumpliendo compromisos en el exterior, así que les invito a recordar una de las columnas más controversiales y comentadas a través de mi correo electrónico.
"Sentía que tenía el deber de despertar a la gente, ahora sé que debo despertarlos y mostrarles un camino porque de lo contrario se vuelven a dormir" Madonna
LUIS FERNÁNDEZluis@luisfernandez.net
Shakespeare decía, y parafraseo, que los grandes son fuente de habladurías para los pequeños.
Yo no puedo estar más de acuerdo. Lo que resulta hoy en día realmente grave es que eso es cierto, incluso cuando los supuestos grandes no son más que gente exitosa que disfruta de lo que es y ejerce a plenitud su vocación.
Para la mayoría, es tanto el trecho que separa lo que hacen y son de lo que realmente sueñan hacer y desearían ser, que reconocerlo sería devastador. De modo que pareciera que no les queda otro mecanismo para reconfortarse y mitigar los niveles de frustración que sentarse a invalidar, sostenidamente, a todos los que osen mostrarles con sus triunfos la aterradora distancia.
Es imperioso, pues, aumentar el número de integrantes del club de los mediocres, de los conformes y resignados, de los que sufren porque así es la vida de los tontos genéricos. Es necesario que los que se creen felices, los que suponen que disfrutan de sus trabajos y se imaginan, además, creadores de sus destinos, sean del todo anulados, sus logros desestimados, criticados al extremo de la manera más destructiva y, si es posible, se debe –si se quiere por comparación– sentirse al menos útil, augurarles por todos los medios posibles el fracaso.
Este es el pensamiento típico del “pequeño”, que no por pequeño debe desestimarse, pues eventualmente disfrutan de un único y pernicioso éxito, el de la destrucción.
Y basta echar un vistazo al planeta hoy para darse cuenta de que son los pequeños los que triunfan.
Hay quienes hacen y quienes se sientan a hablar sobre lo que otros hacen.
¿Cómo podemos celebrar el éxito de otro si nos sentimos fracasados? ¿Cómo podemos hacernos eco de la dicha de nuestros amigos si estamos tan desgraciados? ¿Cómo felicitar a la pareja feliz si la nuestra es un desastre o si ni siquiera existe? ¿Cómo hacer algo si no nos movemos en ningún sentido? ¿Cómo cambiar si nos aterra la evolución? ¿Cómo lograr algo de lo que deseamos si no nos damos cuenta de cuán lejos estamos de ése que soñamos ser?
Es probable que esto suene a reflexión existencial, y tal vez lo sea, póngale que me dio por ahí.
En todo caso, hoy sencillamente quiero preguntarle: ¿Es usted de los grandes o está sentado sobre sus miserias fomentando la destrucción?